No me gustan las fiestas tan acordadas porque pierden toda la gracia. Ahora que me encuentro en este continente, Halloween es algo que no admite un no por respuesta; está bien, puede ser divertido... pero al final se convierte en una regla, en algo estricto, todos nos ponemos de acuerdo para hacer lo mismo y a mí me resulta un tanto ridículo. Es como el baile de la Macarena o el Aserejé... de verdad que no le veo la gracia. (Eso sí, tomar las doce uvas, a las doce de la noche, el 31 de diciembre, no tiene precio)
Aún así, no deja de ser algo curioso, pues, aunque en España vaya cobrando mayor importancia... la fiesta consiste en ir a la casa de alguien o estar en algún local... En Canadá lo celebran por todo lo alto, y esto significa -según me han dicho- que no eres la única pringada, pues la gente va a trabajar con los disfraces... A mí eso me resulta un poco extraño, rozando lo sensacionalista... pero si ellos lo dicen...
La verdad es que aún no tengo nada claro el disfraz, lo que sí sé es que no me voy a pintar la cara, que después da más pereza quitarse todo el pringue... y más a altas horas de la mañana, cuando ya ha dejado de ser maquillaje para convertirse en una máscara tan adherida a la piel que forma parte de ella...
En Canadá, Halloween dura una semana. Comenzó el sábado pasado en Commercial Drive, una zona llena de bares y cafeterías que sin duda volveré a visitar. Me gustó cuando la vi, me pareció muy viva, pero también es verdad que anduve cuando ya era de noche y todo el mundo estaba disfrazado y lleno de complementos tétricos.
Me pareció curioso, aunque tienen un concepto muy distinto de "desfile"... Yo pensaba encontrarme con una cabalgata parecida a la que tenemos en el carnaval pero con aire fantasmagórico...
La realidad es que se trataba de una orquesta con un gigante y cabezudo que tocaba a lo "brasileiro".
Por otro lado, la decoración de las casas con calabazas, monstruos, fantasmas y de más... Era una fusión un tanto curiosa... música alegre con gente bailando y al mismo tiempo, la muestra de la muerte. Dos polos opuestos que al final parecían lo mismo.
No me gusta mucho Halloween porque no me llama mucho la sangre, el dolor, la putrefacción y los zombies... Aunque hay algo que me encanta: las calabazas y los niños pidiendo caramelos, ¡¡¡es algo que no me quiero perder!!!!
En España, aunque se celebre, estamos lejos de eso, quizá merece la pena dejar lo más auténtico a quienes pertenece la tradición...
Aún así, no deja de ser algo curioso, pues, aunque en España vaya cobrando mayor importancia... la fiesta consiste en ir a la casa de alguien o estar en algún local... En Canadá lo celebran por todo lo alto, y esto significa -según me han dicho- que no eres la única pringada, pues la gente va a trabajar con los disfraces... A mí eso me resulta un poco extraño, rozando lo sensacionalista... pero si ellos lo dicen...
La verdad es que aún no tengo nada claro el disfraz, lo que sí sé es que no me voy a pintar la cara, que después da más pereza quitarse todo el pringue... y más a altas horas de la mañana, cuando ya ha dejado de ser maquillaje para convertirse en una máscara tan adherida a la piel que forma parte de ella...
En Canadá, Halloween dura una semana. Comenzó el sábado pasado en Commercial Drive, una zona llena de bares y cafeterías que sin duda volveré a visitar. Me gustó cuando la vi, me pareció muy viva, pero también es verdad que anduve cuando ya era de noche y todo el mundo estaba disfrazado y lleno de complementos tétricos.
Me pareció curioso, aunque tienen un concepto muy distinto de "desfile"... Yo pensaba encontrarme con una cabalgata parecida a la que tenemos en el carnaval pero con aire fantasmagórico...
La realidad es que se trataba de una orquesta con un gigante y cabezudo que tocaba a lo "brasileiro".
Por otro lado, la decoración de las casas con calabazas, monstruos, fantasmas y de más... Era una fusión un tanto curiosa... música alegre con gente bailando y al mismo tiempo, la muestra de la muerte. Dos polos opuestos que al final parecían lo mismo.
No me gusta mucho Halloween porque no me llama mucho la sangre, el dolor, la putrefacción y los zombies... Aunque hay algo que me encanta: las calabazas y los niños pidiendo caramelos, ¡¡¡es algo que no me quiero perder!!!!
En España, aunque se celebre, estamos lejos de eso, quizá merece la pena dejar lo más auténtico a quienes pertenece la tradición...