jueves, 4 de diciembre de 2008

Isla de Vancouver (Victoria)


Viajar por Canadá no tiene nada que ver con hacerlo por cualquier país de Europa. Teniendo en cuenta que es el segundo estado más extenso del mundo -precedido únicamente por Rusia-, es fácil hacerse a la idea...
Uno de los destinos que más me llama la atención es Montreal, pero basta mirar en un mapa para saber que se tarda prácticamente lo mismo en llegar a la Francia de Norteamérica que desde ese punto a Frankfurt, con lo que la aventura queda más en un comentario anecdótico que en una realidad. Poco más de cinco horas en un avión y has llegado a Montreal... ¡como para ir de mochileo en un autobús!
Está claro que el país ofrece más destinos, pero cercanos no hay muchos.

Me pareció muy curioso, hace unas semanas una profesora que tiene familia en Calgary, provincia de Alberta -donde el frío congela el tiempo- iba a ir a pasar unos días. Le pregunté si se tardaba mucho en llegar y me dijo: -No, sólo una hora y poco en avión. Fue muy gracioso, teniendo en cuenta que lo comparo con España... donde en poco más de una hora vas de Málaga a Barcelona por transporte aéreo y si alguien nos pregunta, decimos que está lejos. Pero aquí, eso no es distancia, claro... si tenemos en cuenta que lo de viajar en coche es casi una broma.

Vancouver disfruta del buen tiempo gracias a "Isla de Vancouver", la más grande de la costa oeste de América. Entre ambas orillas se encuentra el Estrecho de Georgia.
Por eso mismo, no sólo tenemos la opción de visitar grandes capitales y cadenas montañosas rodeadas de hermosos lagos.
En esta isla se encuentra la capital de Columbia Británica, "Victoria". Recibe este nombre por la que fue reina de Canadá y Reino Unido entre 1837 y 1901.

Cuando le dije a mi familia canadiense que estaba pensando en ir a la isla, pero más adelante porque sabía que haría sol, me dijo que ni se me ocurriera, que mis planes no pueden depender del tiempo. En eso tienen razón, la cuestión es que no me equivoqué de día sino de estación. Teniendo en cuenta que tienes que coger un autobús para ir al ferry y entonces, partir rumbo a la isla, te queda un viaje muy largo que es mejor posponer para el verano. El sitio en sí es muy bonito y da tiempo a visitarlo en un día.

Partí con dos amigas rumbo a la isla a media tarde, pero cuando nos subimos en el autobús para hacer todo lo que acabo de contar, ya era de noche... cinco de la tarde con el cuerpo de once de la noche...
Nada más llegar, nos dispusimos a buscar el albergue en que nos íbamos a quedar. El sitio en sí merecía mucho la pena, tanto el personal como las instalaciones y los clientes, todos jóvenes, proporcionaban un clima muy relajado y distendido. De las paredes colgaban cuadros con colores muy vivos; los pasillos y las puertas me recordaron un poco a la academia de arte de Caótica Ana.
Puesto que habíamos cenado en el barco, decidimos tomar una cerveza en el bar del albergue, donde esa noche tocaba música en vivo. He de reconocer que la voz del cantante no era muy allá, pero el conjunto en sí, con los amigos aplaudiendo y bebiendo, quedaba gracioso. Estaban como en casa y no tenían que mostrar nada a ningún público, sencillamente tocaban para ellos.
Para una vez que sólo queremos beber una cerveza y no comer nada... por el mismo precio tenías una tapa... así que nada, comer, comer y comer...
Ya que pretendíamos madrugar y la noche no estaba como para dar paseos... nos fuimos a dormir.

Amanecimos en Victoria con una mañana fría y nublada que amenzaba con lluvia. Tras el desayuno, nos dispusimos a recorrer el centro de la ciudad. Me gusta caminar observando todo lo que veo a mi paso, sobre todo cuando se trata de un sitio al que voy por vez primera y problablemente no vuelva a pisar. En un primer momento, no había mucho movimiento ya que era un día festivo, "Remembrence Day", fecha señalada que tiene lugar el 11 de noviembre y en la que recuerdan a todos los fallecieron en las dos guerras mundiales.

Tras encontranos con un desfile y ver el exterior del edificio legislativo, seguimos descubriendo la ciudad. Nos encontramos con una oficina de turismo y vimos que la mayoría de los lugares de mayor interés estaban cerrados. Por otro lado, la opción de visitar los jardines quedaba un poco a un lado, pues a mediados de noviembre no es una buena fecha para ver flores.

Al salir nos encontramos con un hombre muy simpático que por 10 dólares (cada una) nos dio un paseo en su pedicab, y la verdad es que fue la mejor inversión que pudimos hacer en la isla. Nos llevó hacia el barrio chino, nos dio varias fechas de los edificios históricos y los lugares más emblemáticos, también del bar más antiguo -al que por supuesto quise ir después, pero estaba cerrado-. No obstante, pude ver algo a través de la ventana y suponer que las paredes y la fachada son las mismas, pero que el lugar en sí, con los años se ha convertido en un restaurante de lujo.

A pesar de que no salió el sol y el frío era indescriptible, no nos llovió. Sin embargo, tengo la intención de volver cuando haga buen tiempo para así poder visitar los jardines, y por supuesto, el museo de B.C, el más imporante de toda la región. Tengo ganas de verlo, entre otras cosas, porque en este momento está cerrado el museo de Antropología de la universidad y es el único sitio donde se puede encontrar información acerca de las primeras naciones de Canadá.

1 comentarios:

Silvia A. A. Vasconcelos dijo...

me parece que ese barrio chino es el más antiguo de Canadá! es buenísimo!