Uno de los puntos negativos que tiene Canadá reside en las compañías de telefonía móvil. Cuando recibes una llamada, estás pagando. Si queremos darle la vuelta a la tortilla y otorgar un punto a su favor, podemos decir que es justo, pues las dos personas se benefician de una comunicación basada en el feedback.
La cuestión es que si se paga a medias, es necesario que haya saldo en los dos móviles, cosa que no siempre ocurre. Entonces es cuando ves que lo que en un principio era un beneficio a medias, se convierte en una putada completa. -Eso sí, demos gracias de que los mensajes de texto lleguen sin necesidad de que el receptor tenga un duro-.
El no poder contactar con alguien recuerda a aquellos momentos, -apenas unos años atrás, aunque hoy nos parezca algo tan lejano-, en que el aparatito de la cobertura no entraba en nuestros planes. Entonces, la paciencia era la clave principal. Quedábamos con alguien y esperábamos; no había duda de que esa persona vendría, sabíamos que sólo era cuestión de tiempo. Hoy, miramos al reloj con cara de indignación porque llevamos diez minutos esperando en una esquina y comenzamos a dar toques como si se hubieran olvidado de nuestra existencia. Hoy, la paciencia queda atrás, y exigimos la inmediatez.
Antes salías de tu casa, sabías perfectamente la hora y el lugar. Lo que hoy tenemos que recalcar varias veces por si la otra persona no tiene saldo, se hacía de forma natural... Ahora, salir sin teléfono, significa dejar tu sombra en casa y estar perdido. Aquí tengo un claro ejemplo de algo que me ocurrió recientemente:
El otro día quedé con un amigo que es bastante despistado. Dijimos la hora y el lugar, llegué dos minutos tarde y estuve esperando media horita sin resultado alguno. Él también estuvo esperando, pero en otra calle... Debido a que él no tiene saldo, lo mejor es mandar un mensaje. Claro que... si se deja el móvil en casa, ¡no funciona!
Nota: si quedas con alguien despistado en este país, no olvides preparar un plan B
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